Tras ganar las batallas de las primarias republicanas en Iowa y en New Hampshire, Romney parece haberse consolidado como el gran rival de Obama de cara a las elecciones del todavía remoto 6 de noviembre de 2012.
Además de ser un hombre estereotipo del triunfador estadounidense, Romney se presenta al electorado como un gerente empresarial, un líder que devolverá a la nación al lugar que le corresponde. Romney arrasa en los debates en los que el resto de candidatos a las primarias hacen piña contra él. Santorum, Paul, Perry y Gringich se han dado cuenta de que ninguno de ellos tiene el carisma de el de Detroit y tratan de derribarlo.
Él se defiende con gran soltura y trata de unir a las fuerzas conservadoras en contra de un Barack Obama que, en términos prácticos, no ha comenzado todavía su carrera electoral. El primer presidente negro de los USA parte con la ventaja de estar ya en la Casablanca y tratará de transmitir a los votantes que, en medio de la actual crisis económica no es recomendable cambiar de caballo, o en este caso, bajarse de un asno para montar en un elefante.
El elefante, con Romney como jinete, propone que los Estados Unidos se desmarquen del modelo europeo de servicios públicos obligatorios que Obama se ha encargado de promover en EE.UU “fijándose en las capitales europeas y sin mirar a las pequeñas ciudades de América”.
Carolina del Sur, el próximo 21 de enero, se plantea ya como el último escollo para Mitt. El reducto conservador es la batalla definitiva por las primarias y si ninguno de sus contrincantes se impone, Romney tendrá el camino despejado para conseguir ser el máximo representante del partido republicano.
Lo que es seguro es que la pugna por el despacho oval no será un camino de rosas. Obama no ha empezado a hablar pero cuando comience sus discursos, volverá por sus fueros y se convertirá en un hueso para el candidato conservador.
Diego Celma Herrando
Imagen: reddogreport
A partir de ahora y hasta noviembre, analizaré a mediados de mes la actualidad de la carrera electoral de EE.UU.